La belleza de lo infraordinario.

 "Creo que para algo nací. Algo he de ser. Vivo siempre con la idea de que debo de conquistar fama, ¿de qué forma? 


No lo sé. El tiempo me lo dirá."


— Lázaro Cárdenas.


---------------------------


Hace un par de semanas nos mostró Santiago esta frase de Cárdenas y me gustó mucho, de alguna manera me sentí identificado. 


De niño siempre fui muy introvertido, me resultaba difícil expresarme y encajar en la realidad que me rodeaba, pero me gustaba soñar. Y en mi mundo interior, yo tenía esta ilusión, este fuego en el estómago por crear una realidad exterior de la que me sintiera parte. Una vida en la que no fuera víctima, sino protagonista. 


Oficialmente iniciamos ya mi cuarta década. El día de mi cumpleaños hablaba con un viejo amigo y me preguntaba que qué se sentía. Y, si he de ser honesto - y con temor a sonar como cliché - me siento genial. Hasta el día de hoy, esta es la etapa de mi vida en la que en mejor forma física he estado, en la que mentalmente me siento más fuerte, tenemos una buena economía, una gran familia, salud y mucho camino por conquistar aún.


Si bien es cierto que a lo largo de este tiempo he conseguido cerrar ese margen que existía entre mi autopercepción y mi estado ideal, mi estado ideal paradójicamente se volvió mi nueva autopercepción, y ahora existe un nuevo ideal al que aspiro. Porque esta realidad en la que habito - y de la que al fin me siento parte - existe gracias a la persona en la que me convertí. Y aunque considero que he alcanzado un buen nivel de inteligencia emocional, aún tengo mucho por resolver para convertirme en esa persona que creará y sostendrá la realidad que deseo para mí y los míos.


---------------------------


"Cuando cambias la forma en que miras las cosas, las cosas que miras cambian."


— Wayne Dyer.


---------------------------


Las etapas de cambio son difíciles, y más allá de sostener un buen nivel de energía y enfoque para entregar lo mejor de ti, lo realmente complejo es mantener tu mentalidad a tope. Navegar entre la fase de aprendizaje inicial en la que te sientes torpe, el síndrome del impostor y enfrentar constantemente problemas nuevos en los que aún no tienes la experiencia deseada. Esto al mismo tiempo que sabes que no puedes bajar la guardia porque hay expectativas recargadas en ti, incluso tuyas... llega un momento en que te sientes abrumado. 


Me compré un llavero en forma de una esfera pequeña que contiene la imagen de una galaxia. Es como un tótem personal que estoy utilizando para recordarme algo esencial: perspectiva.


En alguna ocasión leí - no recuerdo en dónde - esta profunda y breve reflexión que memoricé y ahora me repito día con día.


El pensamiento es el siguiente:


....................


Somos una de las ocho mil millones de personas que viven en este planeta. Un planeta de menor tamaño que el de una estrella promedio. Situado en uno de los miles de millones de sistemas solares que existen en una de las dos billones de galaxias que se estima habitan el universo. 


¿En realidad son tan grandes tus problemas? 


....................


Es muy fácil desviar el camino y dejar que la negatividad y la oscuridad te domine. He estado ahí y sé que no puedo permitírmelo de nuevo. 


Porque el problema no son las situaciones que te pasan, sino el lente desde donde las observas. Cuando ajustas el lente, te das cuenta de que muchas de esas situaciones no te pasan, solo pasan. Y cuando amplías tu perspectiva, puedes ver los diferentes caminos que pudieran derivar dependiendo de cómo abordes los conflictos, tu actitud ante los mismos. Incluso verás a algunos "problemas" desaparecer por sí solos de la noche a la mañana.


Cuando cambias la forma en la que ves tu entorno, tu entorno cambia. Y, si aún así no cambia, cambia tu entorno.


---------------------------


"Lo ordinario es a menudo más maravilloso que lo extraordinario, si tan solo tenemos el valor de verlo."


— Bryant McGill


---------------------------


La excelencia no es un acto, sino un hábito. Y se construye desde lo infraordinario. En esas batallas mentales día con día para no dejarte caer. En ese autocontrol ante una situación inesperada. En hacer lo que tienes que hacer aún y que en ocasiones pese. En lo trivial, lo cotidiano.


Y si persistes lo suficiente, empiezas a ver la belleza en ello. Porque la belleza está en los contrastes. De pronto llegas un día a casa y tu esposa te sorprende con tus papás, a los que creías a mil kilómetros de distancia y pensabas que no ibas a ver hasta el siguiente año. Después de algunos meses difíciles, un día despiertas y tu cabeza empieza a conectar las ideas y puedes articular nuevamente de manera inteligente en tu trabajo. 


O se presenta una situación laboral muy complicada y se convierte en una gran oportunidad para conectar mejor con tus colaboradores y ver el gran equipo que se está formando. Un día te crees un mal padre y al día siguiente sientes un orgullo desmedido por verlos recibir reconocimientos y avanzar en sus estudios.


La belleza está ahí. Solo tienes qué permitirte admirarla. En esta etapa de mi vida yo aún sigo creyendo que para algo estoy aquí, algo grande. Todavía no sé qué.


Solo sé que el tiempo me lo dirá. 




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Un Domingo cualquiera.

¿Cuál es la respuesta?

Claudia.