El Muro.

 "Cuando ya no puedas correr con tus piernas, corre con tu corazón."


— Dean Karnazes.


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Hace unos días conversaba con un colega que participó en el maratón de la Ciudad de México respecto a cómo se sentía mentalmente para este. Personalmente he intentado pocas veces correr como entrenamiento en mi vida, pero en esas pocas ocasiones me di cuenta que es una práctica con un reto psicológico importante. Porque el desgaste mental llega mucho tiempo antes que el físico. Y ese enemigo interno es el rival más difícil a vencer.


Para los maratonistas, el muro puede definirse como la fatiga física y mental que provoca que tengan que bajar el ritmo de carrera. E incluso abandonarla en los últimos diez kilómetros. 


La causa de ello es que las reservas de glucógeno en su organismo llegan a su fin y este, para poder seguir funcionando, recurre a las reservas de grasa, que no pueden ser quemadas tan eficientemente. Es decir, se deba a que los hidratos de carbono se consumen rápidamente. Un corredor como media puede almacenar más o menos unas 2.000 kilocalorías en su cuerpo, y estas kilocalorías se agotan en torno al kilómetro 30. 


Y si bien, en ese momento toma gran relevancia la preparación física y el desarrollo de tu plan de carrera previo al gran evento, la mentalidad con la que enfrentes el muro es determinante.


Todos tenemos muros mentales que limitan nuestro crecimiento. Y cuando tus piernas no den más para seguir avanzando, siempre podrás buscar esa última reserva de energía en tu corazón.


¿Cuál es tu muro?, ¿cómo estás buscando conquistarlo?


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"La victoria más grande es conquistarse a uno mismo."


— Platón.


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La semana pasada participé en una dinámica en la empresa que se llama Cápsulas de aprendizaje. Es un ejercicio en el que compartes un poco de tu experiencia con tus colaboradores y resulta también un muy buen ejercicio para reforzar en ti mismo lo aprendido. En algún momento en mi vida, este tipo de dinámicas representaban un muro para mí, pero a través del tiempo y con la práctica, he podido derribarlo. 


En mi preparación para esta dinámica, me puse a buscar algunas fotos de cuando nació Sofi, esto porque relacioné una experiencia personal con el mensaje que quería transmitir. Y en esta búsqueda me topé con la foto que ilustra este escrito, y me recordó la bonita historia detrás de la misma.


Ese día, los niños estaban participando en una competencia de natación. Ya tenían tiempo nadando. Teníamos al menos un año de haber llegado a vivir a Toluca, en nuestra primer vuelta. Ella tendría algunos cinco años y casi dos y medio de experiencia practicando esta actividad. 


Pero, por alguna situación, ya a punto de empezar la competencia, a Sofi le dió miedo. Empezó a llorar desconsoladamente y el maestro nos habló rendido para que la hiciéramos entrar en razón. Intentamos entablar diálogo con ella, pero estaba aterrada, frustrada, negada. No quería participar.


Lo más fácil hubiera sido sacarla del agua y consolarla. Pero yo el temor, y también el enojo que tenía, era que si ella se retiraba así de esa experiencia, iba a marcar algún tipo de precedente en su memoria respecto al cómo librar un desafío. Y yo no quería que ella interpretara que la manera de abordar sus miedos, era huyendo.


No sé si hicimos lo correcto, a veces como padres la razón te dice una cosa, pero el corazón otra. Y aunque te duela ver a tus hijos así, tienes qué tomar ese tipo de decisiones para darles herramientas con las que puedan enfrentar la vida más adelante ellos solos. La dejamos en el agua, así, llorando. Y nos alejamos. 


Así participó. Llorando y a regañadientes. Y esta foto muestra el resultado. Ese día, Sofi se llevó muchas medallas. Y terminó el evento con una sonrisa de esas que te desbordan, yo recuerdo muy bien esa sonrisa. Son de las que reflejan el orgullo de obtener la medalla más grande que te pueden dar. La que recibes por enfrentar tus miedos. Ese día Sofi se llevó la victoria más grande. Derribó su muro, y se conquistó a sí misma.



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"La fuerza no proviene de la capacidad física, sino de la voluntad indomable."


— Mahatma Gandhi.


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Ahora Sofi tiene once años. Y en su corta vida, su mente ha creado nuevas barreras a las que va a tener qué seguir enfrentándose. Es natural. Somos nuestros enemigos más grandes.


Muchacha, si algún día estás leyendo esto y te enfrentas a alguna situación frente a la que temes avanzar, quiero que sepas que tienes la fuerza, el poder de derribar tus propios muros. Encuéntralo ahí dentro de ti. 


Sí, da miedo. Y sí, no siempre tendrás la energía ni la motivación para seguir avanzando. No importa, tú sigue adelante. Con voluntad indomable. La energía y la motivación vendrán después. Llegarán como producto de reforzar tu seguridad en ti misma. Derriba tus muros.


Y más adelante, seguirás encontrando otros más grandes. Cuando eso suceda, voltea hacia atrás y encuentra inspiración en tu evolución. Esa niña chiquita que en aquella ocasión enfrentó sus miedos, y descubrió en ello el potencial que guarda dentro de sí, ahora es una mujer que nuevamente puede conquistar el mayor logro al que podemos aspirar como seres humanos, conquistarse a sí misma.




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