La falsa ilusión de la decisión.

 "Tomar decisiones es un acto poderoso. La mayoría de las personas no tienen el valor para tomar una decisión difícil porque quieren estar seguros de tomar la decisión correcta, así que optan por esperar el momento adecuado, para al final, caer en la parálisis de la elección".


Yama Mubtakeraker


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He tomado algunas decisiones difíciles en mi vida. Aunque difícil es relativo, lo natural es que tendamos a sobrevalorar lo que hemos vivido en lo individual y menospreciemos por lo que ha pasado el resto. Pero siendo egoísta y hablando desde mi perspectiva, me ha tocado tomar algunas decisiones en las que era complejo calcular el riesgo y ello implicó dar un salto de fé. Decisiones de la clase en las que al tomarlas, se abren dos caminos probables, uno en el que todo sale mal y trazas el peor escenario en consecuencia, y otro en el que tu decisión te lleva por un sendero virtuoso.


Y este escenario es el que hace compleja la elección. Quiero decir, ¿quién está dispuesto a arriesgar su futuro a una apuesta entre cerebro y corazón? No todos. Es solo que a la vida le resulta entretenido brindarnos pizcas de emoción de cuando en cuando y no nos presenta estas oportunidades necesariamente en el momento correcto para nosotros, de hecho casi nunca es así. Las mejores oportunidades llegan en momentos inesperados, y no nos esperan.


Pero es injusto recargar toda la responsabilidad del resultado a la decisión per sé. Porque lo ordinario es que si las cosas resultan bien, entendamos por ello que fue una buena decisión, y caso contrario, si el resultado no fue el deseado esto sea causa de una mala decisión. 


Al momento de tomar una decisión lo hacemos desde lo que conocemos, con la información que poseemos al momento, y el destino del camino que tomemos no solo depende de esto, sino de muchas otras variables que se van presentando en el trayecto. Y es el cómo vayamos sorteando los obstáculos y calibremos nuestro ritmo y dirección, lo que determina el resultado. Hay un concepto del que escuché y que me hizo todo el sentido, la gestión de las decisiones. 


La gestión de la decisión nos adueña del resultado, quizá por eso preferimos responsabilizar al azar. Pero por otro lado, es esperanzador pensar que una vez que abordamos un camino, siempre en nuestro andar sobre este va a existir una nueva decisión que podamos tomar que nos lleve al destino deseado.


Hace un par de días veía un clip de Ricardo Pérez en el que rebotaba con Slobo la idea de que la vida se asemeja mucho al juego de Serpientes y Escaleras. Uno tira los dados y avanza con la esperanza de caer en una casilla que te permita continuar progresando, y de manera fortuita en ocasiones se te presentará la oportunidad de potenciar tu avance. Pero también habrá ocasiones en las que nos tocará retroceder, y mucho. Pero en la medida en la que continúes tirando los dados tendrás siempre la posibilidad de avanzar. Toma la decisión y tira los dados, progresa, permítete exponerte al fracaso, recupérate y continúa tirando los dados con el corazón en ello. 


Y ten fé en que la siguiente jugada te permitirá alcanzar tu propia concepción del éxito.




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