El fin de un viaje inolvidable.
Transcurría Enero del 2011. En aquel tiempo, Linda y yo estábamos rentando el lugar en donde fundamos nuestro primer hogar, una casita muy pequeña al noroeste de Saltillo. Precisamente un año atrás, abríamos temblorosos el sobre del laboratorio que contenía la noticia que nos iba a cambiar la vida para siempre. Es increíble cómo se puede transformar tu realidad en tan corto tiempo. Ya para entonces, Santiago tenía cuatro meses de haber nacido, estaba muy chiquito. Y era un invierno muy crudo, el más duro en muchos años.
Hacía diez meses que había llegado de nuevo a esta hermosa ciudad, en la que egresé de mi licenciatura. Los últimos dos años, por mi desarrollo profesional, estuve residiendo en San Luis. Pero ahora necesitaba de manera urgente una oportunidad de ingreso económico aquí, para proveer a mi familia. Y esta oportunidad me la otorgaron dos personas maravillosas, María Elena y Ambrosio, en la Planta de Sabritas.
En ese momento, este trabajo parecía representar un ligero retroceso en mi corta trayectoria profesional, incluso recuerdo que el salario era un poco más bajo que lo que ganaba en mi anterior empleo, pero eso no me importaba. Mi objetivo era regresar a Saltillo para iniciar esta nueva y añorada etapa de vida con Linda. Y Pepsico era el medio para ello.
Ese día se empezó a correr la voz de que, por la madrugada, la temperatura iba a bajar mucho. Yo estaba un poco incrédulo y no preparé nada en casa. Ya por ahí de las ocho de la noche, estábamos Linda y yo trepados en el techo; con las manos entumidas y riéndonos de nuestra falta de expertiz, cubriendo las tuberías con periódico y bolsas de plástico. Parecía que lo que nos venían avisando se iba a cumplir. Obviamente solo nos dimos la enfriada de nuestra vida, y no sirvió absolutamente de nada.
A la mañana siguiente amanecimos a menos catorce grados. Las tuberías se reventaron, no había agua. Yo tenía que ir a trabajar, así que me alisté, encendí el carro e inicié la marcha. En el camino vi muchas casas en la misma situación, y muchos vehículos averiados. De pronto, me percaté de que la temperatura del mío empezó a subir mucho, y, ¿qué haces cuándo es la primera vez que te pasa esto y no sabes nada al respecto? Lo contrario a lo correcto, acelerar para llegar más rápido.
Precisamente un puente antes de llegar a la Planta, mi carro no dio más de sí, y también se averió. Para mi fortuna, me pasó en la parte más alta del puente, así que con el vuelo de bajada, me alcanzó para estacionarlo en un seven eleven que está terminando este. Ahí lo dejé. Seguí caminando a mi trabajo para iniciar mi jornada. No sabía en ese entonces, que esa iba a ser la última vez que manejé mi Topaz.
La ciudad era un caos. Muchos de mis amigos estaban en la misma situación. Las ferreterías abarrotadas, los plomeros te agendaban días adelante y todo estaba carísimo. Nos bañábamos con cubeta y agua de garrafón, o en su defecto con toallitas de bebé. Todos lo hacíamos igual, o al menos eso decía el resto.
-------------------------------------
"El espíritu de equipo es lo que da a muchas empresas una ventaja sobre sus competidores.”
George Clements.
-------------------------------------
Pero lo maravilloso en esto, es que aún y con la situación que estábamos viviendo, ahí estábamos todos. Cada uno de nosotros haciendo nuestro trabajo. Estábamos produciendo, almacenando, transportando y asegurando que todos nuestros consumidores tuvieran acceso a nuestros productos. A pesar de las condiciones climáticas y el que todos teníamos problemas importantes que resolver en casa, se sentía este espíritu de solidaridad en los equipos que te impulsaba a seguir colaborando. Ese es el espíritu que mueve a las grandes empresas. Y ese es el espíritu que mueve a Pepsico. Estuve seis años en esa hermosa planta. Y esta fue solo una, de las muchas anécdotas que tengo durante mi paso por ella.
Este Marzo cumplí ya quince años aquí. No se imaginan la cantidad de experiencias que hemos vivido en este tiempo. Entre inundaciones, incendios, terremotos, conflictos del crimen organizado, carreteras colapsadas, escasez de combustible, la pandemia...
Y todo esto hablando solo de conflictos externos, ni hablar de las peripecias que hemos librado de puertas para adentro. Sin embargo, cada uno de los días en este largo tiempo, he salido a trabajar gustoso de lo que hago y emocionado de lo que falta por hacer. Trabajo con personas maravillosas, cada uno de ellos construyendo su propia historia personal. He compartido con ellos muchos momentos hermosos, en toda la escala de emociones. Crecí profesionalmente en operaciones, y conozco de primera mano la pasión que se vive para provocar que las cosas sucedan.
Personalmente, mi familia y yo hemos cumplido muchos de nuestros sueños y hemos ampliado nuestros horizontes gracias a mi desarrollo profesional aquí. Mis hijos tienen ahora una vida que en algún momento ni siquiera llegué a imaginar poder darles. He conocido a grandes personas en mi camino, convivo diariamente con compañeros con gran talento y muy apasionados por lo que hacen. Y me llevo también grandes amigos...
-------------------------------------
“Las personas olvidarán lo que dijiste, olvidarán lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.”
Maya Angelou.
-------------------------------------
Es increíble cómo se puede transformar tu realidad en tan corto tiempo. Hace un par de meses ni siquiera imaginaba estar escribiendo esto. Y ahora, con el corazón en estas palabras, me despido de esta gran empresa. Este momento de mi vida me exige tomar otro reto. Un reto que estoy seguro me ayudará a seguir cumpliendo esos nuevos sueños e ilusiones que mi familia y yo hemos construido.
Mentiría si dijera que solo estoy triste, porque también me llena de una profunda emoción esta nueva etapa de nuestra vida que estamos por iniciar. Yo sabía, tenía esta sensación, de que este año iba a ser un año de cambios para nosotros, aunque no imaginaba que sucediera tan pronto, ni así. El universo propone caminos misteriosos e inesperados para cumplir tus deseos.
Del 2016 a la fecha, me he permitido ser principiante, en promedio cada dos años, y esto me ha ayudado mucho a progresar en mi desarrollo personal, reforzar mi autoconfianza y descubrir en mí facetas que ni siquiera sabía que existían. Hoy estoy permitiéndome ser principiante de nuevo. Y esta nueva oportunidad se me está presentando en mi momento de vida correcto, sé también que es en la empresa correcta y con las personas correctas, para escribir así una nueva historia de éxito.
Mi familia y yo hemos recorrido muchos kilómetros gracias a Pepsico, nos llevamos en el corazón todas estas grandes experiencias, momentos personales y profesionales memorables; pero sobre todo esto, me llevo conmigo las profundas huellas que dejaron en mí cada una de esas personas con las que conecté e hicieron de esta aventura, sin duda, un viaje inolvidable.
Linda, Santiago, Sofía y yo, te damos las gracias, Pepsico.
¡Y vamos por esta nueva aventura!
-------------------------------------
"El horizonte es infinito, así que a seguir conduciendo."
Ambrosio Flores.
Comentarios