Los límites de tu percepción.

 A la orilla de un tranquilo lago, rodeado de majestuosas montañas, vivió alguna vez un campesino muy sencillo y trabajador. 


El campesino tenía muchos años trabajando en su finca y estaba ya algo cansado de la rutina y las arduas labores que implicaban el mantenimiento de la misma, así que se decidió a vender su propiedad. Solo tenía un pequeño problema, no sabía cómo redactar el anuncio, por lo que se apresuró a bajar al pueblo para pedirle ayuda al poeta de la comunidad. 


Y llegó a él a muy buena hora. Precisamente el poeta estaba por emprender un largo viaje, pero ante la fácil faena solicitada, ayudó al campesino con gusto y posteriormente a ello, partió.


A los tres meses, a su regreso al pueblo, el poeta acudió a la finca para conocer a los nuevos inquilinos y presentarse. Pero grata fue su sorpresa al llegar y encontrar a su viejo amigo. 


Curioso e incrédulo, preguntó al campesino si no había tenido éxito con la venta de tan grandioso lugar, a lo que el campesino resolvió:


- Mi estimado amigo poeta. Ese día, regreso a casa, leí y releí el hermoso texto que me ayudaste a redactar. Y al llegar y ver mi finca desde esa perspectiva, caí en cuenta de que estaba a punto de cometer un grave error. 


E incluso aquí en mi sala tengo enmarcado ese anuncio para recordarme todos los días lo maravillosa que es mi vida y lo bendecido que soy de cosechar el fruto de la tierra que mis propias manos han labrado.


"Vendo un pedacito de cielo, adornado con maravillosas flores, y salpicado con verdes árboles y hermosos campos. Abrazado por un río que riega las praderas con el agua más pura que mis ojos hayan visto jamás y que susurra bajo el sol de la mañana.


Ven y haz de este refugio para el espíritu, tu hogar. Porque aquí los sueños florecen y la vida se viste de eterna felicidad".


El campesino y su finca.


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La perspectiva puede cambiarlo todo.


Estaba escuchando el otro día una entrevista en la que hablaban de la gran ventaja que otorga el abordar problemas comunes e incluso las interacciones sociales que tenemos en el día a día con una mente abierta a puntos de vista diferentes, desde otros ángulos.


Mencionaban que la percepción es el cómo individualmente interpretamos la realidad. Y los límites de nuestra realidad están definidos por el contexto en el que crecimos, nuestras experiencias, por el qué tan abiertos estamos a recibir nueva información y a hacer introspección de nuestro comportamiento y aprender de nuestros errores. Y que cuando conseguimos movernos de nuestra percepción, empujar nuestros límites y adquirir perspectiva, eliminamos muchos de los obstáculos en nuestra vida.


Y no es tan difícil como parece. En términos de mi experiencia profesional, yo he aprendido que cuando estoy muy agobiado por una situación y estoy dando vueltas en vano al mismo problema, el permitirme descansar, dormir y resetear mi cerebro me ayuda muchísimo a ver el problema de manera diferente. Y no significa que mágicamente va a aparecer la solución al mismo, sino que en ocasiones el simplemente pensar en este, fuera del agobio mental, te da pie a entender que no puedes controlar todo, aceptar las pérdidas y seguir adelante.


Todos vemos el mundo de manera diferente, no existe una verdad única. Y hay momentos en los que la vida nos obliga a adquirir perspectiva, el cambiar de entorno, salir del cobijo de tus padres, la muerte de un ser querido, casarte, convertirte en papá, superar un trauma, etc. Pero cuando no estamos viviendo algo así, y para no cometer uno de los más grandes errores, como lo es el ir por ahi creyendo que somos dueños de la verdad, tenemos que forzarnos a empujar los límites de nuestra percepción. Hacer ejercicio, leer, aprender, observar, escuchar, descansar y experimentar.


Moverte. En todas las interpretaciones de esta palabra.


Hay un video muy inspirador de un discurso de un cantante de Nashville, Jelly Roll. Está siendo premiado al artista revelación del año en los CMA Awards. Jelly vivió una infancia llena de dificultades y en su vida cometió muchos errores de los que ha expresado públicamente su arrepentimiento. Jelly pudo haberse refugiado dentro de los límites de lo que para él era la realidad y seguir perdido, estaba justificado; pero al contrario de lo que las estadísticas dictan, Jelly atravesó los límites de su percepción y amplió su perspectiva. Y a sus 39 años nos brinda este emotivo mensaje:


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Hay algo poético en un artista de mi edad premiado como el artista revelación del momento. No sé en dónde estés ahora, pero quiero pedirte que sigas adelante, el éxito está al otro lado de la crisis por la que estés pasando. 


Quiero decirte que el parabrisas de tu auto es más grande que el retrovisor por una simple razón, porque lo que tenemos adelante es mucho más importante que lo que hemos dejado atrás. ¡Así que no se rindan y sigan adelante!


Jelly Roll.



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