La regla de las cien horas.

 Durante mi etapa de estudiante en Saltillo, viví algunos años con dos amigos. El horario escolar era poco armonioso y tenía muchos espacios en blanco entre clase y clase. Afortunadamente vivíamos muy cerca de la universidad, así que cuando tenía tiempo entre materias y nada qué hacer, me iba a pasar el rato al departamento. 


Recuerdo que hubo un tiempo en el que mientras escuchaba música o enmedio del ocio, empecé a experimentar el malabarear con tres pelotas de tenis que tenía por ahí. Poco a poco, sin invertir mucho tiempo por día, en algunas semanas logré dominar el juego de tres. Ya con cuatro pelotas se tornaba más complicado y, si me permiten ser sincero, desistí en la práctica. Pero hablando del juego de tres, a la fecha creo que sí lo intento, aún puedo realizarlo.


Y hablo de esto porque precisamente estaba leyendo hace poco acerca de La Regla de las Cien Horas. Esta regla habla de que si pasas cien horas al año, que son alrededor de tan solo diecisiete minutos al día practicando cualquier disciplina, serás un noventa y cinco por ciento mejor que el resto del mundo en esa misma actividad. 


Ya sea nadando, corriendo, leyendo, practicando un arte marcial ó haciendo malabares... Diecisiete minutos al día en una práctica disciplinada y constante, marcan una gran diferencia. 


Malcolm Gladwell y Robert Greene hablaron también de esto. En Outliers, Gladwell nos dice que cien horas pueden llevarte a un nivel medio, mil horas a un nivel de especialista, pero tanto él como Greene, mencionan que las diez mil horas te llevan a un nivel de maestría. 


Pero incluso a un nivel de expertise medio, estar por arriba del noventa y cinco por ciento de la población, te posiciona en un muy buen nivel de competencia. ¿Qué habilidad deberías empezar a practicar hoy para destacarte el siguiente año?. 


La clave es la disciplina en la práctica. Kobe Bryant nunca se saltaba un entrenamiento, él creía que cada día de entrenamiento perdido, te colocaba dos días por detrás de tu competencia. El día que él no entrenaba y el mismo día, pero que su oponente sí lo hacía. Y la suma de estos días, a través de los años, crea una ventaja enorme contra todo aquel que no es disciplinado en la práctica.


Ahora, ¿imaginas lo que pasaría si a la par de estar desarrollando la maestría en la parte técnica de tu profesión, trabajas en llevar a un nivel medio aquellas habilidades y competencias subyacentes a la misma? Pongamos por ejemplo el caso de un pastelero. El nivel de maestría obviamente estaría perfilado hacia la calidad de sus pasteles, misma que se desarrollaría naturalmente por las horas de práctica ejercidas en la ejecución de su producto. Imagina si en paralelo a esto, esta persona empieza a instruirse y desarrollarse a un nivel medio en la administración de negocios, marketing y publicidad, finanzas, negociación, liderazgo de equipos, servicio al cliente, desarrollo y presentación de productos,etc. En fin, todas aquellas habilidades y competencias que navegan en el campo semántico de nuestras profesiones, pero que no dimensionamos la diferenciación que pudieran darnos y el impulso que pudieran brindar a nuestra carreras si tan solo las lleváramos a un nivel de expertise medio.


Hay una frase que me gusta mucho de Jim Rohn que versa: "Tu nivel de éxito es proporcional a tu nivel de desarrollo personal. O como me gusta decirlo, tu desarrollo personal es tu destino". Y si bien es complejo cuantificar nuestro nivel de desarrollo, la regla de las cien horas pudiera ayudarnos a apilar ese set de habilidades que facilitarían nuestra travesía en el camino hacia la maestría. Cualquiera que sea el ámbito en el que nos desenvolvamos.



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