El valor del silencio.

   En una ocasión, llega el Burro muy seguro a retar al Tigre afirmando que el pasto es azul. El Tigre, atónito, le responde que su idea es errónea, dado que el pasto es verde. Después de un buen rato de acalorada discusión, el Tigre propone al Burro que se dirijan con el León, como Rey de la Selva, para que dé la última palabra y ejerza castigo al que está equivocado.

Ya con el León, el Burro inicia iracundo a explicar la situación y blasfemar en contra del Tigre. Al terminar su desplante, le pide su opinión al respecto. El León, sin dudarlo, expresa estar de acuerdo con él y reafirma que el pasto es azul.

Dicho esto, el Burro pide al León ejerza castigo justo y este, le otorga cinco años de silencio al Tigre, ante su sorpresa. El Burro, satisfecho, parte jubiloso entre brincos y burlas después de haber ganado tal discusión.

Habiéndose retirado el Burro, el Tigre intrigado, le pide al León le explique porqué si él sabe que el pasto es verde, le extendió tal castigo. Y aquí la moraleja de esta fábula:

- Sí, estoy de acuerdo que el pasto es verde. Pero el castigo no tiene que ver con esto. El castigo te lo di porque no puede ser posible que un animal valiente e inteligente como tú, pierda el tiempo discutiendo con un burro y encima vengan a molestarme a mí con eso. No debes discutir con necios. La única manera de obtener lo mejor de una discusión así, es evitándola. No es necesario tener siempre la razón.

Fábula del Burro y el Tigre.

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Hace unos días me encontré por ahí esta historia y me resultó interesante. No es malo discutir, entendiendo por discusión la exposición de puntos de vista distintos, buscando como fin último el común acuerdo. Precisamente ayer, Linda y yo, conversábamos acerca de como esto nos ha ayudado mucho en nuestra relación, exponer en lo que no estamos de acuerdo y obviamente colaborar en corregirlo.

Pero también es cierto, que en todos los ámbitos existen discusiones que se desvirtúan y se convierten en una batalla de egos en donde solo se busca ganar. Y a través del tiempo aprendes que no puedes ganar todas las discusiones. No es necesario tener siempre la razón. En el camino te cruzas con aquellos a quienes por más evidencias les sean mostradas, no quieren comprender. O en ocasiones nosotros somos ellos.

No tiene caso desgastarnos emocionalmente con aquel para el que no es importante la verdad o la realidad, y solo quiere establecer su razón. Dásela. Ni tampoco tiene caso estar por ahí tratando de "evangelizar" a los demás con tu razón. Calla. Si entendiéramos el poder del silencio, daríamos más valor a estar en paz, que a establecer la última palabra.

No es fácil. Implica un muy buen control de nuestras emociones y debería ser una habilidad aspiracional para el que busca su crecimiento. Porque el verdadero carácter no lo tiene aquel que levanta más la voz, sino aquel que con madurez escucha y guarda silencio ante la crítica, no personaliza los insultos y puede continuar su andar pacíficamente.

"Es mejor ser rey de tu silencio, que esclavo de tus palabras". 

W. Shakespeare.




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