El eco del universo.

 En su libro Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, Stephen Covey nos presentó un concepto al que llamó: La cuenta bancaria emocional. 


En este, Covey hace una metáfora en la que compara las relaciones personales con el cómo administramos una cuenta financiera. Cuando hablamos de una cuenta de débito, uno no puede retirar del banco más de lo que haya depositado en este. Siempre debemos asegurarnos de tener saldo a favor. De igual manera, para tener relaciones interpersonales sanas, no podemos exigir de las personas más de lo que hayamos aportado a ellas. 


Parece una idea sencilla, pero les aseguro que cuando la aplicas tiene un gran impacto. La empatía, el cumplir los compromisos, el saber disculparse, escuchar, ayudar, o simplemente dar los buenos días. Todas estas son maneras de abonar al saldo emocional en las relaciones personales y profesionales. 


Y en la medida en la que el saldo emocional sea alto, podrá soportar incluso tropiezos sin consecuencias graves. Ahora, la idea no es acumular abonos para eventualmente realizar retiros grandes. Ni tampoco ir por la vida depositando en todos de manera interesada, esperando tener ventaja en alguna transacción emocional más adelante. No funciona así.


La intención es provocarnos el hábito genuino de aportar en las relaciones, y en consecuencia, generar lazos más fuertes de confianza y cultivar una actitud de generosidad y empatía que trascienda el presente. En lo personal, a mí esto me ha a ayudado mucho a construir una buena y sólida red de confianza, y ello me ha rendido muy buenos frutos.


Ahora, si extrapolamos esto. Yo estoy convencido de que esta idea no se limita solo a las relaciones interpersonales, sino que tiene una profundidad que resuena más allá de lo perceptible a nuestra naturaleza. El universo también opera bajo un principio similar. Y no es algo nuevo, ya Hermes Trismegisto nos hablaba de ello con el principio de correspondencia: "Todo lo que sucede alrededor de una persona, refleja lo que le está ocurriendo por dentro. Como es arriba, es abajo. Como es adentro, es afuera".  


El universo nos escucha, y tiene un eco. Cada acción que tomamos, cada pensamiento que albergamos, cada emoción que expresamos, cada semilla de bondad y generosidad, son depósitos en una cuenta cósmica. Y al igual que en las relaciones, no podemos esperar que el universo nos regresé más de lo que le hemos abonado. 


En estos días escuché una historia muy bonita que conecto con esta misma idea:


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Un día, un maestro realizó un ejercicio con sus alumnos. Les pidió que cada uno de ellos llenaran un globo con aire, le pusieran su nombre y lo dejaran en el salón. Posterior a ello, les indicó que se retiraran mientras él mezclaba los globos y, una vez finalizada la tarea, les pidió entraran nuevamente y les dio cinco minutos para que todos encontraran el suyo.


Los alumnos entraron corriendo con frenesí, y al cabo de los cinco minutos, todos quedaron decepcionados. Ni uno solo pudo encontrar su globo. Nuevamente, el maestro los reunió, pero ahora cambió las instrucciones. Les dio dos minutos para que entraran, tomaran el primer globo que vieran y se lo dieran al compañero al que le pertenecía.


Grata fue la sorpresa de todos, al terminar los dos minutos y darse cuenta que cada uno de ellos tenían en sus manos su globo.


Este ejercicio, les comentó el maestro, ejemplifica muy bien la búsqueda que todos van a emprender en algún momento de la felicidad:


Nunca la llegarán a encontrar si todos se preocupan de buscar la suya propia. En cambio, si se preocupan por la felicidad de los demás, encontrarán la suya propia también.


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El universo no solo escucha, sino que también responde. En ocasiones en los momentos menos esperados y de maneras misteriosas. Porque al contrario de lo que nuestra lógica dicta, ayudar no resta, multiplica. Pero es necesario entender que los resultados no son siempre inmediatos. Debemos obrar confiando en que nuestros actos, por más insignificantes que pudieran parecer, tienen un impacto acumulativo y operan en un esquema de efecto compuesto. 


Así que nos corresponde a nosotros decidir qué tipo de energía queremos enviar y qué tipo de eco deseamos escuchar.

"Todo aquello que tienes ahora, es lo que atrajo la persona en la que te has convertido".


Jim Rohn.







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