El arte de la resiliencia.

   "Algunas veces, deberás morir un poco para después renacer, y levantarte de nuevo en una versión más fuerte y sabia de ti".

- El mito del fénix.

Cada uno de nosotros, independiente al contexto en el que crecemos y vivimos, en alguna parte de nuestra vida enfrentamos situaciones complejas y adversidades que ponen a prueba nuestra tenacidad. Desafíos personales, dificultades profesionales o cambios inesperados. Vivirlas y enfrentarlas es una característica intrínseca al crecimiento humano y es una parte fundamental en nuestra búsqueda de significado. Y no todos la tenemos tan fácil, existen aquellos a los que la vida los ha golpeado tan duro que han pasado incluso por eventos traumáticos como a los que nadie deseamos enfrentarnos. Incluso en momentos de vida en los que se carece de madurez emocional para asimilarlo.

La vida es así. Y no es nuestra culpa, porque la vida ocurre. Y es difícil, lo sé. Pero no podemos olvidar que la vida está compuesta de instantes, y todo instante como tuvo un inicio, tendrá un final. Y es natural sentir miedo, incertidumbre y dudar incluso de nuestras capacidades para afrontar o superar tal situación. Podemos permitirnos el victimizarnos y relamernos las heridas del alma... pero no quedarnos ahí. Coraje. Aquí es donde tenemos qué buscar en los más profundo de nuestro ser y no por fuerza para seguir, sino por coraje para seguir aún sin fuerza. Nos lo debemos.

Se lo debemos a aquel niño que soñaba con ser la persona que eres hoy y a nuestro presente que está en proceso de convertirse en quien queremos ser. La resiliencia no se tiene o no, no se nace con ella, se desarrolla. Y enfrentar las adversidades también nos brinda la posibilidad de aprender y crecer. Porque precisamente, es a través de estas pruebas que descubrimos nuestra verdadera fuerza y valentía. Y cuando superamos los obstáculos, nuestra confianza aumenta, y nos damos cuenta de que somos más capaces de lo que creíamos inicialmente.

Por otro lado, también enfrentarlas nos enseña a apreciar los momentos de felicidad y paz, a través del efecto contraste. Experimentar dificultades nos permite desarrollar empatía para con los demás y conectar emocionalmente con el resto, reconociendo que no estamos solos en este viaje. Y no todo se resuelve por arte de magia ni pasa tan rápido, a veces se trata solo de abrazar la incertidumbre y aceptar que esto es parte natural de la vida, ser pacientes, y en el momento adecuado, resurgir gloriosamente de las cenizas.

Jordan Peterson menciona que la forma de acelerar el desarrollo de tu resiliencia, es exponiéndote voluntaria y constantemente a situaciones que te provoquen temor. Hasta que la incertidumbre te resulte cómoda.

"Es mejor ser un guerrero en un jardín, que ser un jardinero en la guerra. Aprende a ser un monstruo. Y después, aprende a controlarlo".



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