En busca de la felicidad.

   Hace algunos meses, en un viaje de trabajo a la región sureste del país, nos tocó llegar a Mérida a visitar a los equipos. En una parte del trayecto, un colega nos platicaba de la ciudad y los hermosos lugares alrededor de ella qué visitar con la familia. Y esa charla me dejó pensando.

En Marzo de este año, Linda y yo celebramos trece años de matrimonio. Empezamos juntos en el 2010 de manera algo apresurada y, por lo mismo, las condiciones económicas de aquel entonces no eran las más óptimas. Aún así, le apostamos todo al amor y, con la esperanza de que la intención que teníamos de salir adelante se materializara en un futuro próspero, dimos el salto de fé.

Siempre soñé con tener una familia y hacerlos felices,  por ahí tengo incluso guardado un trabajo de la escuela secundaria en donde lo menciono (material para otra escrito). Recuerdo que cuando llegué a tener la fortuna de ver alguna estrella fugaz o en momentos de profunda tristeza y soledad, era lo que le pedía al universo, tener una familia, y ser feliz con ellos.

Pedir es fácil. Responsabilizarte de tus deseos, no. En mi caso, primero tuve qué resolver las necesidades básicas de los míos y sentirme tranquilo al menos en el aspecto económico, para permitirme espacio a brindarles más momentos de felicidad derivados de experiencias. Y eso nos costó varios años.

Pero después de esta charla que les mencionaba al inicio, caí en cuenta de mi aún arraigada mentalidad de escasez. En estos trece años no me había llevado a mi familia a disfrutar unas vacaciones; es decir, nos hemos paseado, y mucho, pero no unas vacaciones en toda la extensión de la palabra. Entre continuar preparándonos para el futuro, el rechazo a merecer, mi injustificado sentimiento de culpa al solicitar los días en mi trabajo y el temor a desconectarme, siempre había excusas para postergarlas.

Y no postergas porque no quieras, postergas porque crees que adelante seguro habrá tiempo para ello. Pero el pasado avanza a pasos agigantados y no conocemos los planes del futuro. Santiago está por cumplir trece años y en un abrir y cerrar de ojos tendrá también sus propios planes. Y además queda poco tiempo para cultivar esos hermosos recuerdos que se fincan en la infancia.

Estoy escribiendo esto en un camastro frente a la piscina donde se relajan mi esposa y mis niños. Hoy cumplimos ya seis días en nuestras primeras vacaciones. Decidí romper mis paradigmas. Es una vista hermosa. Y estoy en paz.

Antes buscaba la felicidad creyendo que esta eran esos momentos de júbilo que te roban el aliento, pero no es así, me agrada mucho el cómo la describe la psicóloga Marian Rojas Estapé: "La felicidad consiste en conectar de forma sana con el presente, habiendo superado las heridas del pasado y mirando con ilusión al futuro".

Y hoy puedo decir que estoy viviendo mi presente, en paz con mi pasado y con gran fé en nuestro futuro.



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