Constrúyete a ti mismo.

Leí 𝐋𝐨𝐬 𝟕 𝐡á𝐛𝐢𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐠𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚𝐥𝐭𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐟𝐞𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 por allá del 2017. Ya había escuchado acerca de Stephen Covey y particularmente de este libro antes, pero no me había permitido leerlo; siendo sincero, no me llamaba la atención, lo juzgué antes de conocerlo y me parecía el estereotipo de la literatura motivacional.


Error. Es un gran libro. 


En ese entonces estaba bajo un entrenamiento de formación en 𝐏𝐞𝐩𝐬𝐢𝐜𝐨 y nos pidieron comprenderlo y entregar un ensayo del mismo. Y si bien, cada uno de los hábitos que despliega Covey son de gran valor, en esta ocasión quiero enfocarme en uno de ellos, y para ello, quiero mostrarles la siguiente historia que lo ejemplifica a la perfección.


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Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en un viejo aserradero. El sueldo le era conveniente y las condiciones de trabajo mejores aún; por lo tanto, el leñador decidió poner a disposición del capataz toda su experiencia. 


El primer día al presentarse, le fue otorgada una sierra y se le designó una zona de trabajo. El hombre entusiasmado salió al bosque y en tan solo en un día cortó dieciocho árboles.


- ¡Te felicito! - exclamó el capataz. - Tienes qué seguir así. -


El leñador, animado por las palabras del capataz, decidió mejorar su marca, de tal modo que esa noche se fue a descansar bien temprano. Por la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque. Para su asombro, a pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que quince árboles. 


Un poco triste por bajo rendimiento, pensó que tal vez debería descansar más tiempo así que esa noche decidió acostarse con la puesta del sol. 


Al amanecer se levantó decidido a superar su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día sólo cortó diez. Al día siguiente fueron siete, luego cinco, hasta que al fin de esa primera semana de trabajo, sólo cortó dos. 


No podía entender qué le sucedía ya que físicamente se encontraba bien, como el primer día. Cansado y por respeto a quienes le habían ofrecido el trabajo, decidió presentar su renuncia, por lo que se dirigió al capataz al que le dijo:


- Señor, no sé qué me pasa, ni tampoco entiendo por qué he dejado de rendir en mi trabajo. -


El capataz, un hombre muy sabio, le preguntó: 


- ¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu sierra? -


- ¿Afilar? - preguntó incrédulo el leñador. - Jamás lo he hecho, no hay tiempo para eso. Estaba muy ocupado cortando árboles. -


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𝐀𝐟𝐢𝐥𝐚 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚. Y resulta muy obvio desde fuera de la situación el darse cuenta de qué es lo que está mal, ¿cierto? Y sin embargo, así en ocasiones permitimos el paso del tiempo, persiguiendo resultados con gran pasión y entregando en ello todo nuestro esfuerzo, por el camino incorrecto.


Jim Rohn decía que el éxito no es algo que persigues, es algo que atraes. 𝐘 𝐥𝐨 𝐚𝐭𝐫𝐚𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐫𝐭𝐢é𝐧𝐝𝐨𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐚𝐭𝐫𝐚𝐜𝐭𝐢𝐯𝐨. Enfocándote en desarrollar aquellas habilidades que sabes que necesitas para llegar al siguiente nivel. Y en la medida en la que aprendemos a cultivar nuestra mente, a trabajar en nuestro desarrollo físico, a conocer y entrenar nuestras emociones, a entender el efecto de nuestros pensamientos en nuestra realidad y a poner en práctica lo aprendido, disciplinadamente, afilando tu sierra día tras día, el éxito, 𝐭𝐮 é𝐱𝐢𝐭𝐨, llegará.


"𝘌𝘭 𝘴𝘦𝘤𝘳𝘦𝘵𝘰 𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘳𝘳𝘦𝘳 𝘥𝘦𝘵𝘳á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘳𝘪𝘱𝘰𝘴𝘢𝘴, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘤𝘳𝘦𝘢𝘳 𝘺 𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘫𝘢𝘳𝘥í𝘯 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘯𝘨𝘢𝘯 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘵𝘪".


Mario Quintana.




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