Cuando creas que ya no puedes continuar, ve solo por un round más.

 Es el round 14 de la película Rocky I. El ambiente está cargado de emoción. Las luces destellan en el cuadrilátero, y el sudor y la sangre marcan los rostros tanto de Balboa como de Apollo. A pesar de los golpes y la fatiga, el corazón de Rocky se niega a rendirse.


En el rincón opuesto, Apollo Creed, el campeón indiscutible, observa con incredulidad. Rocky, con los ojos hinchados y la respiración agitada, se pone de pie una vez más. Un round más. Es un momento que va más allá del boxeo; es la personificación de la resistencia humana.


La multitud enardecida no puede evitar contener el aliento mientras Rocky, con cada paso tambaleante, desafía las probabilidades. En sus ojos destila un fuego indomable, un espíritu que no conoce límites. Es el retrato vivo de la resiliencia, la perseverancia. La imagen de un hombre que se levanta ante la adversidad una y otra vez. Una y otra vez. 


Hermosa escena. 


En nuestra historia hay muchos ejemplos de personajes que ejemplifican a la perfección la perseverancia. Creo a estas alturas ha quedado clara mi admiración hacia Rocky, pero hace poco leí también de otro gran modelo y quiero compartirlo. Abraham Lincoln. 


Abraham empezó a trabajar desde su infancia para ayudar en los gastos del hogar, dado que su madre murió cuando apenas era un niño. Se inició muy pronto en el mundo de los negocios, con resultados no del todo favorables. A los 22 años se declaró en quiebra y pasó gran parte de su juventud pagando deudas. Para sus 35 años, se encontraba prácticamente en la ruina.


En 1833 intentó ser elegido a la Cámara de Representantes y perdió en varias oportunidades. No se rindió, y en 1848 perdió su segunda nominación al Congreso. Perdió el Senado en 1854 y en los dos años posteriores perdió la nominación para la Vicepresidencia. De nueva cuenta fracasó en el Senado en 1858.


Lo que se espera de una persona, después de tantas derrotas, es que su moral esté por los suelos y su ánimo para entonces no exista. Lincoln era diferente, nunca se rindió. Y finalmente, en 1860, fue elegido presidente de los Estados Unidos. Tenía 51 años.


Impresionante historia también. Ambos, Balboa y Lincoln, se mostraban incansables, apasionados y determinados. Pero entiendo, es un tema complejo y tampoco quiero romantizar el sacrificio eterno en pro del triunfo sobre alguna batalla personal específica. Oso Trava en sus podcast frecuentemente nos menciona que la diferencia entre el necio y el perseverante, es el resultado. Y ello implica que no nos quitemos la etiqueta de "necios", hasta que nuestros resultados marquen la diferencia y hablen por sí solos. ¿Pero cuánto tiempo es el suficiente?, ¿un round más?, ¿veinte años?


Porque cuando tienes una personalidad aguerrida y eres lo suficientemente resiliente para seguir avanzando, el sacrificio en ocasiones implica un costo muy alto. Ante esta duda, lo que nos propone Oso, es que al inicio del proyecto, con cabeza fría y sin corazón inmerso aún, establezcamos métricas que nos permitan definir con claridad la línea de retiro. Y estas métricas pudieran ser tanto económicas, como de balance de tiempo personal o incluso de salud mental. 


¿Cuánto dinero estamos dispuestos a perder, cuánto tiempo personal estamos dispuestos a sacrificar y cuánto estrés estamos abiertos a soportar? 


Retirarte no te hace un perdedor. También tenemos qué aprender a elegir nuestras batallas y es necesario en ocasiones hacer un alto tajante y reconfigurar nuestra estrategia. Y si ello implica desertar a un proyecto, reflexionar lo aprendido y abordar nuestro objetivo final desde otro arista, nadie va a tomar la decisión por nosotros. Es nuestra responsabilidad hacerlo, levantarnos y tomar el siguiente reto, un round a la vez. 


Cuando Rocky se pone nuevamente en pie, se convierte en un símbolo de perseverancia, una figura de inspiración para todos aquellos que hemos sido golpeados por la vida. Su cuerpo está maltrecho, pero su espíritu es inquebrantable. Este round, captura la esencia misma de la saga: La creencia en uno mismo, la capacidad de levantarse después de cada caída y la gloriosa victoria que proviene de la conquista de tu verdadero oponente, tu propio yo.


"𝘕𝘪 𝘵ú, 𝘯𝘪 𝘺𝘰, 𝘯𝘪 𝘯𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦𝘢 𝘮á𝘴 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢. 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘰 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢 𝘭𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦𝘦𝘴, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘭𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘯 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦𝘢𝘳𝘵𝘦, 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘦𝘴 𝘢𝘷𝘢𝘯𝘻𝘢𝘯𝘥𝘰. 𝘘𝘶é 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘴𝘰𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘴, 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘦𝘴 𝘢𝘷𝘢𝘯𝘻𝘢𝘯𝘥𝘰. 𝘈𝘴í 𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘦 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘤𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢".


Rocky Balboa.





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