La complejidad en el arte de caminar.

Hoy por la mañana me metí en un embotellamiento horrible camino a mi trabajo. Para mi fortuna, me encontré una joyita del Master Roberto Lee en su segunda participación en Dementes que al igual que la primera, me encantó. Y me gustó tanto que de regreso a casa voy a escucharla nuevamente para repasar mis aprendizajes.

Roberto, en su usual tono desenfadado, comparte su conocimiento adquirido a través de las situaciones a las que se ha enfrentado y en una parte habla del cómo le damos tantas vueltas a un obstáculo, cuando es tan simple el enfrentarlo, calibrar y repetir hasta librarlo.


Y me hizo clic. Muchas veces me he dormido frustrado por un problema al que no veo solución y al día siguiente repentinamente todo se ve más simple. Muchos de mis conflictos los he resuelto rebasando la barrera del miedo, enfrentando mis temores y haciendo ajustes sobre la marcha.

Todo puede ser tan simple o tan complejo según la perspectiva desde la que busquemos observarlo. Y es que imaginemos la mecánica involucrada en una actividad tan ancestral y rutinaria como el caminar. Porque si profundizamos en ello y hacemos conciencia de la complejidad que implica calcular la fuerza que tienes qué ejercer para adelantar un pie al mismo tiempo que flexionas desde tu rodilla con un ángulo adecuado para evitar la fricción de este con la superficie, considerando el tipo de calzado y terreno en el que te sitúas, la longitud del paso a realizar y el esfuerzo en tu core para evitar una pérdida de balance. Buscando también un momentum adecuado en el vaivén de tus brazos, mientras que aplicas un torque prudente para alinear la dirección de tu cuerpo con tu ruta objetivo y haces un scan del ambiente para sortear los obstáculos correspondientes.

Podemos perdernos y paralizarnos por la complejidad que implica la actividad de caminar… o podemos simplemente dar el primer paso, tropezarnos, levantarnos y practicar hasta dominarlo. Hay problemas tan sencillos en los que la solución es tan obvia que tendemos a complicarlos por temor a afrontarlos. Einstein decía que no se puede resolver un problema desde el mismo plano de pensamiento en el que fue creado, por lo que solo hay dos caminos; elevas tu nivel de desarrollo personal ó buscas apoyo en alguien que ya haya transitado ese camino.

Porque la complejidad en el arte de caminar solo cabe en la mente de quien no quiere seguir avanzando.

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