Out of Smoke.

Un día como hoy pero hace tres años llegué a la Ciudad de México para iniciar una nueva etapa de mi vida profesional y por añadidura, una nueva etapa de nuestra vida personal. Dos días antes, sin tener conciencia de ello, me había fumado mi último cigarro.

Y es hasta chistoso el que no haya sido intencionado. Creo que fue una mezcla de llegar a una nueva ciudad (a la que le tenía mucho miedo, por cierto) y el adquirir una nueva responsabilidad y tener qué demostrar que estaba a la altura, lo que hizo que ni siquiera pensara en ello.

Recuerdo perfectamente que el Viernes de mi primer semana allá, de regreso al hotel, traía esta actitud de derrota, de incertidumbre acerca de si hacía lo correcto, con el síndrome del impostor a full.

Estaba lloviendo. Justo cuando estaba por ingresar al Lobby, percibí este olor familiar, olor a tranquilidad. Vi a una persona fumándose un cigarro junto al depósito de ceniza. Y de golpe me acordé que yo fumaba. Me empezó a recorrer esta sensación de ansiedad por encender uno. Un cigarro de apapacho.

Porque hasta eso hay varios sabores de cigarros. Y no me refiero a aquellos que percibes con el gusto, sino a aquellos que conectas con tus emociones. Yo usualmente fumaba cigarros de estrés, de nostalgia, de enojo, de esparcimiento, de agobio, de victoria, entre otros tantos.

Me contuve. Ya había intentado en otras etapas de mi vida el dejar de fumar y fracasé. Pero si ya había cumplido casi una semana sin fumar, decidí aguantarme un poquito más a ver a dónde llegaba.

Fue difícil solo los primeros días cuando ya fue un acto consciente. Y la verdad es que tampoco sentí grandes cambios en mi vida al dejar de hacerlo. Quizá los que más disfruto y para mí los más perceptibles son el olor que se impregna en la ropa y el carro y el que ahora puedo reírme a carcajadas con mis niños sin ser interrumpido por esa tos molesta.

En uno de sus discursos, Tyrese menciona lo siguiente: “Cambia tu mente y cambiará tu vida. Cambia. Y si nada a tu alrededor cambia, cambia las cosas que están a tu alrededor“.

Creo que mi experiencia valida, al menos en mí, esta idea. En realidad no sé si haya sido el último cigarro en mi vida, no puedo tener certeza de eso. Pero lo que sí sé es que hasta hoy, así lo recuerdo, aquel tres de marzo del 2018 me fumé mi último cigarro.

Y fue un cigarro con sabor a victoria...



Comentarios

Entradas más populares de este blog

All my loving...

Cerrando círculos.